jueves, 10 de noviembre de 2011

La solución a la crísis del deficit es fácil

Con este título provocador quiero llamar la atención sobre lo que a mi juicio sería la solución del problema del déficit. Una solución que no pasa por recortar el estado de bienestar. A mi modo de ver, es la única solución completamente controlable por el estado. Para aclarar mi solución voy a empezar por describir en términos sencillos el problema.

¿Qué es el déficit? Las cuentas del estado son como las cuentas de la casa. Hay unos ingresos y unos gastos. Cuando los gastos superan a los ingresos, el estado tiene un déficit.

¿Como se compensa el déficit? El estado pide prestado el dinero que le falta a los inversores. Eso se hace por medio de la emisión de deuda pública. Los inversores compran bonos del estado y reciben a cambio unos intereses del préstamo.

¿Es bueno tener déficit? Un poco de déficit no es un problema y permite mantener los gastos frente a posible fluctuaciones en los ingresos. El problema es cuando el déficit es muy elevado y crece con el tiempo. Tenemos entonces un problema estructural que es necesario abordar. Hay un problema adicional. El estado no solo debe  devolver el dinero que le prestaron, sino también  los intereses de este préstamo, lo  que constituye un gasto adicional.

¿Como reducir el déficit? Está claro que solo hay dos formas de hacerlo: o reducir los gastos o aumentar los ingresos.

¿Cuales son los gastos del estado? Los gastos del estado se emplean en mantener los servicios públicos. Estos servicios incluyen la educación, la sanidad, los gastos militares, los servicios sociales, etc. Si nos fijamos en la educación, por ejemplo, hay que mantener los colegios, pagar a los profesores, etc.

¿Cuales son los ingresos del estado? Fundamentalmente, estos provienen de los impuestos.  Algunos de estos impuestos los pagan los ciudadanos y otros los pagan  las empresas. El problema es que la cantidad recaudada por este concepto  depende del estado general de la economía.

¿Como reducir los gastos? Está claro que se pueden tomar medidas para reducir gastos superfluos: Eliminar duplicidades entre las administraciones e instancias del estado, restructurar servicios obsoletos, reducir los gastos militares, etc. Hay otras medidas, pero pueden repercutir en la calidad de los servicios públicos. Si bajamos el sueldo de los funcionarios (como se ha hecho en España) recortamos gastos, pero eso acaba teniendo una incidencia negativa en la capacidad del estado de atraer a buenos profesionales frente a la competencia del sector privado (en Educación, Sanidad, etc). Tampoco es bueno cerrar el grifo de la contratación pública, porque algunos servicios están infra-dotados  y está en entredicho su capacidad de prestar el servicio de forma adecuada. Cualquier recorte debe ser selectivo para no incidir en una merma de la calidad de los servicios públicos.

¿Como aumentar los ingresos?
 a) Se pueden vender servicios al sector privado, lo que aporta fondos al estado (por ejemplo, en España, el control de aeropuertos). Pero eso es pan para hoy y hambre para mañana. Asumir que el servicio mejorará si se privatiza es un axioma que dista mucho de ser verdad. Los servicios prestados por el estado pueden ser tan eficientes como los privados, y mas baratos, puesto que no hay que incluir los beneficios de los empresarios. Si no lo son, habría que pensar en como reformarlos. El estado puede. Si hay que reformar la ley de función pública, pues se hace. Mejor eso que transferir el control de áreas estratégicas al sector privado, cuya motivación  principal  es la de generar beneficios a los empresarios e inversores.
b) ¿Se puede reactivar la economía? Sin duda esta situación mejoraría los ingresos. El problema es que no hay una formula mágica. La reactivación depende de factores que no están bajo control del estado. Confiar en que una reactivación salve la situación de golpe y porrazo es una esperanza milagrera. Ya se ha hecho, y no ha funcionado. No obstante, se pueden hacer cosas para favorecerlo: Incentivar a las empresas de sectores importantes mediante medidas fiscales o de otro tipo. Entre estos sectores están los tecnológicos, los exportadores y aquellos que tienen un alto potencial de empleo. No se debe financiar o apoyar a las empresas de sectores desproporcionados (como el ladrillo). El estado tiene una oportunidad única para reorientar la economía en la dirección mas sostenible y de futuro.
c) ¿Se pueden aumentar los impuestos? Si, claro, pero no de cualquier manera. La vía mas justa es mediante el impuesto de la renta de los ciudadanos. Así los que no tienen, no pagan. Solo pagan los que ganan, y pagan mas los que mas ganan. Subir el IVA es una medida injusta y que acrecienta los efectos secundarios de una subida de impuestos. También se pueden aumentar los impuestos sobre los beneficios empresariales y las rentas del capital. OJO, solo conviene gravar los beneficios. Todas las tasas fijas a las empresas pueden ser una carga para la sostenibilidad de las empresas y desincentivar a los emprendedores. También se pueden desgravar los beneficios que se reinviertan
en mejoras de infraestructura con un potencial de futuro.

                                       LA SOLUCIÓN:
Subir los impuestos directos para compensar la merma de ingresos por otros
conceptos y mantener la calidad de los servicios públicos. Esta medida es coyuntural y no está en contradicción con otras políticas de reducción de gastos innecesarios y de incentivación de la economía. Si se consiguiera un crecimiento económico se podría volver a bajar los impuestos, lo que conseguiría incidir aún más en la recuperación económica.

¿Hay problemas asociados a esta solución? Está claro que sí. El primero es que al reducir la cantidad de dinero en manos de los ciudadanos, también se reduce el consumo, y esto a su vez repercute de manera negativa en los beneficios empresariales y los ingresos estatales. Hay por tanto que cuantificar esta reducción para estimar la subida de impuestos necesaria para compensar el déficit. No obstante, este efecto negativo es mayor si se sube el IVA. Los recortes de consumo tampoco son uniformes. Los ciudadanos de menores ingresos apenas notaran el efecto de la medida y por tanto el consumo de productos básicos apenas variará. Puede notarse en la venta de coches de lujo, ocio, vacaciones, etc. Esos sectores deberían pues, para mantener su capacidad, reorientarse hacia el sector exterior: turismo extranjero, exportaciones, etc. Eso no es del todo malo.

Hay otro problema. Que el peso del incremento impositivo recaiga solo en el sector de los asalariados por cuenta ajena. Para que la medida fuera justa tendría que venir acompañada de una lucha contra el fraude fiscal. Es una asignatura pendiente del estado español. ¿Se puede hacer? Claro que sí. Hay que aumentar las medidas sancionadoras, trasladar dicha sanción también al usuario del servicio, ayudar a los que decidan regularizar su situación, etc. Luego está el capítulo de las grandes empresas y grandes fortunas. Hoy por hoy hay paraísos fiscales , no solo exteriores (véase el caso de las SICAV), que permiten a los que más tienen pagar menos que los demás ciudadanos y empresas. Obviamente, para que la medida fuera totalmente efectiva debería adoptarse en toda la Unión Europea, cosa harto difícil. Es importante agudizar el ingenio para poner coto a la evasión de los grandes capitales a otros países. En este tema reconozco que soy pesimista, pero es importante y hay que intentarlo.















 








 









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