martes, 27 de noviembre de 2018

Sociedad

Todos nos movemos en entornos especiales dependiendo de donde vivimos, a que nos dedicamos, etc. Yo, en mi ambiente universitario que, pese a muchas cosas, me gusta. Algo  de lo que mas me gusta es la presencia de jóvenes. Yo desde mis canas los contemplo como si fuera un abuelete. A mis alumnos intento contarles cosas pensando que mis consejos les pueden aliviar de algunas incomprensiones y confusión que yo mismo he sufrido o darles alguna idea astuta  y útil que he descubierto por mi mismo a lo largo de los años. Normalmente se refiere a materia profesional pero a veces se extiende mas alla. Por ejemplo, haciendo profesión de fe del software libre y de Linux frente al imperio monopolístico de Microsoft. Tengo la impresión de que mis estudiantes, con el espíritu práctico que caracteriza a cierta juventud, han filtrado la información al darse cuenta de las poca relevancia que tenía para lo que tenían entre manos. Historias de abuelete. Me entran por un oído y  me salen por otro (divertida descripción popular).

No obstante, siempre hay momentos y lugares en los que nos exponemos a una realidad mas amplia que la de nuestro entorno inmediato. Una experiencia cotidiana es la sauna del gimnasio al que voy. Allí se supone que entro en contacto con ciudadanos de la población de alto nivel  adquisitivo en la que vivo. Algunos de los que coinciden conmigo en horario tienen un deseo incontestable de hablar durante ese periodo de supuesta relajación sudatoria.  Y así me encuentro a algunas personas que defienden que con Franco no se estaba nada mal o que emiten expresiones machistas con total naturalidad e impunidad. Eso suele ocurrir cuando una persona del sexo femenino acaba de salir de la sauna y solo quedan hombres. Es entonces cuando se vierten toda clase de opiniones y deseos sobre la mujer que salió. Yo miro al suelo pero no se dan por aludidos porque suelen ser mayoría. Y es así como descubro que esas personas existen y además viven entre nosotros, visten casí igual y tiene coches y trabajos cualificados.  El viejo mito de que esas cosas son de gente de poca educación se desvanece, porque se supone (quizás sea mucho suponer) que estas personas tienen un alto nivel de educación.

Práctica común en ese entorno es también el de generar consensos entre los presentes en la sauna sobre asuntos del día a día de economía o política. Casi todo es despreciativo,   lo que facilita el consenso. Por ejemplo, "los políticos son unos ladrones", "sobran políticos", "los ayuntamientos nos cobran de mas", "hay demasiados funcionarios porque no hacen nada", etc, etc. Lo curioso es que esas opiniones de bar  --- en este caso de sauna --- es uno de los vicios mas extendidos entre los españoles. Opiniones y remedios sobre todo. Por cierto que es un vicio que no tiene color político, de derechas y de izquierdas. Incluso entre los comentaristas de algunos periódicos,  a los que podriamos llamar propagandistas de la antiEspaña. Me refiero a los que si un juez de Bilbao dicta una sentencia que no les gusta comentan "este país!", o si se un Master de una Universidad los regala a políticos acaban diciendo "me da vergüenza ser español" o "Españistan". Pues bien, a su pesar,  el comportamiento de esos comentaristas,  es muy español.

Estoy hasta las narices de gente  totalmente ignorante de un tema y que sin embargo opinan de manera rotunda. No se molestan en saber como se hacen ciertas cosas en Alemania o Francia, Italia,etc. No se molestan en preguntar o en indagar. A veces se repiten slogans como si fueran razonamientos incontestables. No hay matices, no hay complejidad. Perfecto para el discurso de muchos partidos que sustituyen el razonamiento por el slogan. Es cada vez menos interesante escuchar unas declaraciones de un político porque el contenido carece de argumentos y se ejercita  una descalificación sin matices hacia el adversario. Que bajo nivel intelectual. Que falta de respeto hacia el espiriu crítico y analítico del ciudadano al que va dirigido. Por cierto que en contraste con esto, escuché en la radio a Felix Ovejero que hizo un analisis perfecto de las imbecilidades (palabra mia) en las que se ha embarcado una gran parte de la izquierda española. Que alivio no sentirse tan solo.

El último comentario sobre los tertulianos de café o sauna es la falta mas absoluta de autocrítica. Todos son ladrones menos ellos. Se supone que no han cobrado en negro, ni pagado en negro, ni pagado sin IVA, ni evadido impuestos, ni sustraido en un supermercado, etc. Mucho me temo que en muchos casos  eso no sería  verdad.

Total: me quedo con mi microcosmos universitario de gente analítica, trabajadora y autoexigente e intentaré  no deprimirme en mis excursiones al mundo exterior.






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