martes, 10 de octubre de 2017

El problema de Cataluña

Los acontecimientos que se han producido últimamente en Cataluña son de una enorme gravedad. Al escuchar a los responsables políticos hablar, a veces me  invade un profundo desasosiego porque no parecen entender cual es el problema, lo que sin duda dificulta mucho que sepan buscar una solución. Voy a aclarar ciertos puntos.
1) El problema no es que el Govern de Cataluña o algunos  diputados se hayan instalado en una postura de desobediencia a las leyes del estado. El problema es que hay un porcentaje importante de la población de Cataluña al que le parece justificada y hasta positiva esa actuación. No es pues un problema de 100, 1000 o 10000 personas a las que pudiera encarcelar, es un problema social importante. Esa parte de la población no  puede ser ignorada. Focalizar el problema en Puigdemont, como parece hacer el gobierno y muchos políticos, es por tanto un gran error.
2) Los que crean que es posible ignorar lo anterior y que se puede simplemente imponer a esa población un acatamiento por la fuerza y sin coste adicional están muy equivocados. La imposición en sí es posible, pero implica recurrir a medidas de fuerza y represión que a medio plazo tendría consecuencias desastrosas para el mantenimiento de la unidad de España. Se da la circunstancia, como sucede a veces, que los mas férreos defensores de dicha unidad son en realidad (por pura estupidez y radicalismo) aquellos que contribuyen mas determinantemente a romperla.

Una política inteligente es aquella que es la mas efectiva en producir el efecto que se busca. Sin duda la imposición por la fuerza no cumple dicha condición. ¿que habría que hacer pues? Lo mas importante es intentar recuperar a la mayor parte de la población catalana para que se sienta integrada en el proyecto común de este país. Hay mucha gente que no es independentista y hay mucha gente que lo es desde hace poco porque le han convencido argumentos (a veces falaces) lanzados desde los sectores pro-independencia. Hay que luchar por ser mayoría y eso no se consigue por la via de la imposición sino de la seducción. Hay que lanzar un mensaje de concordia y de dialogo, estar dispuesto a sentarse a la mesa, reconocer el problema de la desafección, e intentar escuchar los motivos de queja, reconocer lo que haya que reconocer y argumentar de forma clara y abierto sobre lo que no se admite como cierto. Todo el mundo necesita una justificación para cambiar de opinión y hay que dársela. 

Ese comportamiento tiene otro efecto de suma importancia para el mantenimiento de la unidad de España a medio plazo y es la imagen internacional. La gran cagada del que ordeno a la policía la tarea "imposible" de evitar la votación del 1-O , ha hecho perder mucha fuerza moral a la causa del Gobierno español y contribuido a acercar a Cataluña a  la independencia. No solo se trata de que los gobiernos nos apoyen, hay que convencer a la población mundial de que el comportamiento fanático e injustificado se sitúa en el lado de los independentistas. Hay que hablar, escribir en los periodicos, aplicar escrupulosamente y juiciosamente la ley e intentar convencer. Sin apoyo internacional es casi imposible que se pueda crear un nuevo país; por eso la imagen exterior es crucial.

Debo dejar claro que ninguna de las actuaciones  que acabo de mencionar como deseables supone claudicación alguna. No estoy proponiendo la aceptación de ninguna demanda concreta planteada por  el sector independentista. Pero lo primero sería tender la mano para el dialogo. Tampoco se puede agitar la ley como una barrera infranqueable. Las leyes las hacen los parlamentos y se pueden cambiar.  Y cuando hablo de leyes me refiero en primer lugar a la constitución que tambien se puede reformar. Esa puerta debe quedar abierta. Pero hay que reivindicar el camino legal para modificar las leyes, que es a veces mas lento pero el único posible en democracia.

Hay muchas mas cosas que podría comentar sobre toda la problemática catalana incluyendo algunas propuestas concretas. No obstante, en este momento me preocupa enormemente la reacción que pueda tener el Gobierno y los partidos ante la comparecencia de Puigdemont. Una respuesta inadecuada puede tener consecuencias desastrosas a medio plazo. Espero que mis comentarios lanzados al aire sirvan de inspiración.




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